U3. DESPLAZAMIENTOS VERTICALES
a) I N T R O D U C C I Ó N / contenido
Esta segunda unidad introducirá el tema del recorrido vertical y el cambio de niveles dentro de un sistema espacial, variables que intensifican lo visto en unidades anteriores. De este modo, las relaciones entre los espacios y las tensiones visuales se multiplican y adquieren mayor complejidad. A su vez, los hasta ahora denominados vacíos elevados generarán condiciones de accesibilidad y habitabilidad dentro del proyecto.
Esta suerte de trayectoria vertical, cuya configuración arquitectónica se traduce en la disposición de escaleras o rampas, estará referida a la posibilidad de recorrer y vincular visualmente espacios ubicados a distintas alturas, configurando un recorrido lógico y vinculante que permite unir distintas superficies, leer un arriba y un abajo, y comprender el acto de ascender y descender como lecturas cualitativamente diferentes.
A propósito de los espacios que define una escalera:
La escalera que sube a un desván, siempre sube y nunca baja, igual que siempre baja y nunca sube, la de un sótano.
Gastón Bachelard.
b) O B J E T I V O S / qué lograr
• Comprender la lógica detrás de la disposición de rampas y escaleras en el espacio (orden). Identificar el rol de éstas en la configuración y organización de un sistema de circulación mayor (conectividad).
• Organizar secuencias espaciales más complejas condicionadas por la presencia de una escalera en el espacio (continuidad entre recorridos horizontales y verticales).
• Concebir la escalera, no como un elemento, sino como un espacio en sí mismo que da lugar a ciertos actos y que permite habitar la dimensión vertical.
• Estudiar y operar las leyes asociados al diseño de escaleras/rampas (pendiente, huella/contrahuella, ancho/largo, criterios estructurales.)
• Instrumentalizar el corte/sección como herramienta de diseño.
c) R E F E R E N C I A / lectura
CORTÁZAR, Julio. ‘Instrucciones para subir una escalera’, en Historia de Cronopios y de Famas, Alfaguara, 1996 (1962©).
INSTRUCCIONES PARA SUBIR UNA ESCALERA
Julio Cortázar
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
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